LA LUZ Y EL FUEGO

B.H.
En el libro Bereshit en su primera parasha explica como apareció la luz:
“Al comienzo creó Di-os los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desolada y vacía, y había oscuridad sobre el abismo y el viento de Di-os soplaba sobre las aguas. Dijo Di-os: ¡Que haya luz! y hubo luz. Vio Di-os que la luz era buena y separó Di-os entre la luz y entre la oscuridad. Llamó Di-os a la luz: día y a la oscuridad llamó: noche. Fue el anochecer y fue la mañana. Día uno" (1:1-5). (1)
La luz fue creada por Hashem y la separó de la oscuridad, se dice que el bien y el mal estaban separados y una vez que Adam y Java comieron del árbol del conocimiento, se entremezclaron y hoy nos toca separar y hacer uso del bien.
La creación del fuego no aparece en el relato de la creación del mundo sino que se le atribuye a Adam quien lo descubrió en la conclusión del primer Shabat. La primera referencia escrita del fuego, en el libro Bereshit es en la misma parasha, cuando Caín ofrendó a Di-os de los frutos de la tierra y Abel le ofrendó de las mejores de sus ovejas. Di-os aceptó la ofrenda de Abel, pero no la de Caín, por lo que se enfureció y mató a su hermano. Así, aunque era una ofrenda para Hashem terminó en un asesinato.

Con el descubrimiento del fuego, el hombre comenzó a dominar la naturaleza. El fuego le dio al hombre luz y calor, pudo fabricar sus armas, construir de mejor forma una vivienda y llevar a cabo una serie de actividades que hasta ese momento le habían sido imposibles de realizar. Algunas con beneficios propio de calor, cocinar, alumbrar, elaborar instrumentos , herramientas y otras no tan buenas, como crear armas, incendiar, quemar casas y personas consideradas enemigo. Por ello el ser humano en la antigüedad llego a adorar al fuego como si fuera un dios.

El fuego se relaciona también con pasión, una pareja donde el amor, la atracción, el respeto se logran consolidar se logra un calor que los mantiene en equilibrio.
Las palabras Ish (hombre) e Isha (mujer) se escriben parecidos. Ish se escribe Alef-Yud-Shin. La palabra Isha se escribe Alef-Shin-Hey. Si uno remueve la Yud de la palabra Ish, solo uno se queda con Esh que significa fuego. Si uno remueve la letra Hey de Isha, nos queda, otra vez fuego. Si combinamos la Yud, y la Hey de las palabras ish e isha, tenemos que con las letras Yud-Hey, se forma uno de los nombres sagrados de Hashem.Cuando se extrae la divinidad, que representan las letras yud y hey queda la palabra esh que es fuego, y nos denota que una relación basada solo en la pasión y lo físico termina por consumirse a sí mismo, en otras palabras dura mientras hay fuego.
“El amor es lo único que crece cuando se reparte” (Antoine De Saint Exupery), y es que cuando lo retenemos y no fluye porque uno espera que el otro sea el que dé el “primer paso”, no hacemos otra cosa más que estancar ese amor que en vez de multiplicarse, disminuye cual llama extinguiéndose.

El amor no sólo debe ser una llama, sino una luz. (Henry David Thoreau), ya que cuando es solo una llama, termina por consumir a la pareja, porque no solo es pasión, tiene que ser una llama que dé calor, y sobre todo ilumine la vida de ambos, hay veces que la llama de uno de los dos será más fuerte y ayudara a iluminar y mantener el calor del otro cuando este así lo necesite, apoyándose uno a otro.

La llama tiene dos grandes cualidades: Emitir luz y calor. Una pequeña llama ilumina hasta el más oscuro rincón. De una llama se pueden encender muchas más sin perder su fuerza o potencial inicial, de esta forma el ayudar a otros a avivar su llama y a iluminarlos no quita nada de la fuerza de la que da. Sin embargo una llama puede también hacer un incendio, destruir y matar. Dependerá entonces del uso que le demos.

La luz fue creada por D-os, el fuego por el hombre
En el Tabernáculo ambas: la luz y el fuego coexistían
El rabino Pinjas Peli z”l comento que el ser humano debe siempre intentar balancear en su vida luz y fuego. Como seres humanos debemos tratar de incorporar la divinidad en nuestra vida cotidiana. Y ese es quizás uno de los grandes desafíos (2). Saber balancear lo físico con lo espiritual, lo divino y lo humano, lo tangible y lo intangible ,la luz y el fuego, logrando iluminar y calentar, dar calor y no quemar, iluminar y no cegar, respetar y ser respetado ,amar y ser amado, dar y recibir, hacer y ser, aprender y enseñar.

Si bien en nuestras vidas hay momentos que sentimos una “oscuridad” por tristezas, dolor, preocupación, incertidumbre siempre tenemos la posibilidad de iluminar nuestra alma con esa luz interior, esa alma espiritual que poseemos y que nos puede iluminar y calentar a través de la vida, aun en los momentos más difíciles y de lograr conectarnos no solo con nosotros mismos, sino con nuestra esencia que no es otra que la de Di-os.

En estos días que estamos por celebrar Januca, la fiesta de las luces, donde la alegría del encendido de la januquilla , la cual se colocan cerca de una ventana para compartir, difundir esa luz y para irradiarla al exterior, va en aumento cada día hasta completarla. Así deberá ser en nuestras vidas incrementar la luz que irradiamos, refinándonos como personas, compartiéndola para aumentar la luminosidad.

Januca nos enseña que cuando nos enfrentamos a la oscuridad, debemos responder con luz. Muchas veces queremos eliminar la oscuridad, peleando contra ella y realmente esta postura no nos ayuda a disiparla, es solo cuando decidimos iluminar que se logra realmente eliminar la, porque la oscuridad no es otra cosa que ausencia de luz.

Quiera Di-os que sepamos balancear la luz y el fuego en nuestras vidas, lo material y lo espiritual, lo físico y lo intangible, lo que vemos y lo que sentimos. Dando el espacio que corresponde a cada uno y lograr un equilibrio alcanzando así nuestra misión de traer luz a este mundo y hacer así un mundo realmente mejor.
Nelly Kaufman de Klein
Bibliografía:
1.- Bereshit
2.- "Torat Jaim",

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