Perdonar y ser perdonado







Ayer tuve un día terrible, era uno de esos días que no debí levantarme de la cama, ya solo cuando lo hice, tropecé con un libro que había dejado caer cuando me quedé dormida anoche, al tropezar con este me fui contra la mesita de noche y volteé un vaso de agua que tenía, el cual cayó sobre la ropa que había apartado para ponerme hoy y también sobre mi carpeta de documentos para mi reunión mensual de directivos de la compañía. De la rabia pateé la cartera la cual cayó en la mesita con los portarretratos rompiendo dos de ellos. Con todo ese ruido desperté a mi esposo que me preguntó que pasaba y al voltearme hacia el mi mirada debió ser de terror porque no pregunto más nada.
Al montarme en el carro con mi hijo ya iba tarde así que traté de ganar tiempo imprimiendo más velocidad de la acostumbrada, de hecho me comí un semáforo en una calle solitaria, no había nadie a quien dejar pasar, pero me paró un policía motorizado que compraba un café cerca y me vio, me paró, me pidió papeles, me multó, le traté de explicar que iba tarde para una cita. Pero no se inmutó, me contestó que la vida de mi hijo era más importante que cualquier reunión.

Al llegar al colegio y dejar a mi hijo, no lo recibieron porque le encontraron piojos en la revisión matutina, ahí exploté y le grité a su maestra. ¿qué se cree?, si supiera lo que me costó llegar a la puerta del colegio y estaba tarde para mi reunión en mi oficina. Tuve que llevar al niño conmigo a la oficina porque no tenía con quién dejarlo, todo el camino lo regañé porque no se lavaba bien el pelo y ahora por ello perdería clases.

Al llegar a mi oficina, me esperaban ya todos para la reunión, dejé a mi hijo con la secretaria y me metí en la sala de conferencias. La reunión duró como dos horas, mis anotaciones con puntos clave estaban debajo mi vestido y el agua había borrado párrafos, menos mal que me acordaba de ciertos puntos claves, aún así estuve muy escueta la presentación y por ello me llamaron la atención.

Me senté en mi oficina para preparar material para mi próxima junta, pero con la bulla de mi hijo jugando no me pude concentrar. Le llame la atención y se quedó tranquilo por un rato pero comenzaba poco a poco a subir el tono de voz, hasta que exploté, lo regañé, le dije que estaba invadiendo mi espacio de trabajo que no me dejaba concentrar, hasta que se puso a llorar y me pidió perdón. En ese momento me di cuenta de todos mis errores desde que me levanté, la actitud que tenía frente a todo lo que me pasaba, que además, gracias a Di-os no era nada serio. Mi actitud fue como la de un bebe sin control de esfínteres, embarrando todo y a todos, entonces fui yo la que me puse a llorar y le dije a mi hijo que la que tenía que pedir perdón era yo y no él.

Cuando nos comportamos de forma inadecuada, la imagen de nuestra forma de comportarnos queda en la mente de la gente a nuestro alrededor y aunque pidamos disculpa queda en la memoria de la gente y sobre todo de nuestros hijos.
"Perdonar no es lo mismo que justificar, excusar u olvidar. El perdón es la respuesta moral de una persona a la injusticia que otra ha cometido contra ella. “("A definition of forgiveness", por Robert Enright, "The World of Forgiveness".)
Mark Twain dijo:"Perdón es la fragancia que la violeta suelta, cuando se levanta el zapato que la aplastó". Es algo realmente fuerte, pero es así, cuando causamos un daño con nuestras palabras o comportamiento queda una “secuela”, una “Cicatriz” que puede ser en la piel o no, pero seguro en el alma, es el dolor, miedo la desilusión que le hemos causado a alguien y que es difícil de borrar, más no imposible, y si no se repite es posible curar y salir fortalecido.

“El perdón es el agua que extermina los incendios del alma”. Y es que hasta que no perdonemos habrá esa molestia en el alma, una carga que lastraremos de por vida sino logramos procesarla y es necesario liberar el espacio en nuestra alma para llenarlo con mas luz, con mas amor, con mas comprensión…con más espacio. El perdón nos acerca más al equilibrio emocional, al camino del amor, al saneamiento del alma, al disfrute de la vida, perdonar nos permite ver al futuro sin el lastre del pasado.
“Enseñemos a perdonar; pero si enseñamos también a no ofender, sería más eficiente”. José Ingenieros. El perdón nos debe llevar a una reflexión de que aprendamos a no hacerlo, a controlarnos, a pensar antes de actuar.

El perdón es DIVINO, porque viene de Di-os, en judaísmo tenemos un día del perdón.
Iom Kipur es el “Día del Perdón”. El primer Iom Kipur tuvo lugar luego del evento del Becerro de Oro, cuando después de muchos días de rezos por parte de Moshé, el día 10 del mes de Tishrei, Di-os proclamó: “He perdonado tal como tú pediste”. Es el día en que se logra el nivel máximo de unión con Di-os, cuando se revela el nivel de mayor espiritualidad del alma judía. Es uno de los días más felices del año, porque en este día recibimos el regalo más sublime de Di-os, Su perdón. Igualmente cuando una persona perdona a otra, es por un profundo sentido de amistad y amor que anula y trata de sobrepasar el efecto del mal que se haya hecho. A Di-os pedimos perdón por nuestros pecados y a las personas individualmente por las faltas que hayamos cometidos con cada una de ellas y como dice la frase:”errar es humano, perdonar es divino”, sepamos pedir perdón a los que hemos agredido de alguna forma y disculpar a aquellos que lo pidan y sobre todo aprender de nuestros errores y no volverlos a cometer, para lograr así ser cada vez mejores individuos.
Nelly klein

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