Esclavo de un esclavo








En Atenas, capital de Grecia, vivía hace muchos años una persona muy rica que poseía muchos esclavos.  Este rico señor era, por naturaleza, un individuo sumamente enojadizo, y a quién no le hacía caso, simplemente le profería una buena porción de insultos y de golpes.  Una vez, en el momento en que le pegaba a uno de sus esclavos como era su costumbre, pasó por allí un famoso sabio. Se detuvo aquel sabio y le dijo: “no es adecuado que un esclavo le pegue a otro esclavo”.

   Inmediatamente paró el rico señor de pegarle a su esclavo. Se irguió orgullosamente y le preguntó al sabio: ¿Por qué usted dice eso? ¿Acaso yo no soy el dueño de mi esclavo?

Le contestó entonces el sabio: la diferencia entre tú y el esclavo es que él no puede librarse del enojo de tu mano, pues él te pertenece. Pero tú, en cambio, eres esclavo del enojo que te domina, hasta tal punto que eres incapaz de liberarte de él.

   Las palabras del sabio hicieron reflexionar al hombre rico, quién a partir de ese momento se esforzó por dejar la “esclavitud de su enojo” para así comenzar a ser un individuo verdaderamente libre.


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